03 Leyendas; Sin camino

 

Él no sabía que hacer y ella lo seguía esperando para algo. Sabía perfectamente que volver a su cabaña sería un error, pues le estarían siguiendo el rastro y no tardarían en caer las flechas y dagas sobre su piel en poco tiempo.

Tras pensar detalladamente, se vio obligado a dar una solución, y la única opción que tenían sería ir hasta el poblado de Kather donde encontraría ayuda, o al menos le podría preguntar a un viejo amigo suyo de la aldea.

La joven centró su atención en la nieve pálida mientras que con los dedos hacía aparecer llamas que la derretían hasta convertirla en vapor.

- Supongo que todo irá bien siempre que no uses tus poderes - se dijo a sí mismo en voz alta mientras que ella seguía sumida en su mundo.

Por otro lado, en el campamento de hombres verdes se había preparado para partir al menos dos docenas de ellos, armados con sus hojas melladas y sus pecheras de cuero roído. En lugar de rastrear con perros como un humano lo haría, ellos mismos disponían de un olfato exquisito, pudiendo captar el olor a madera tostada con facilidad y en menor medida, el sudor fuerte de un humano adulto que había pisado descuidadamente la nieve sin borrar sus huellas. 

El ermitaño caminaba a pasos lentos clavando las piernas en las nieve, mientras que su mochila hacia ruidos constantemente y su hacha le golpeaba en la rodilla. Siguiéndole el paso estaba la joven en vuelta en llamas levitando con suavidad a su alrededor, el calor que desprendía lo agradecía su compañía humana, pero el sofoco constante y la frustración de no saber que hacer le llenaba la cabeza de un vacío infinito con el eco constante de las preocupaciones. 

Él se detuvo junto a una roca de gran tamaño, y ella volvió a pisar el suelo. - E dini ku po shkojmë? (¿Sabes dónde vamos?) – le dijo.
El ermitaño se sentó junto a la gran roca, echó mano a la mochila y sacó un papel arrugado que estaba enrollado. Al extenderlo se veía un pequeño mapa de la zona donde estaban, con algunas anotaciones hechas tanto por los bordes donde estaba el mapa como por detrás. La elemental se acercó con curiosidad para ver lo que era y él, al ver su interés le dijo – Mapa, esto es un mapa – mientras que señalaba con el dedo los dibujos.

Hartë (Mapa) – dijo ella con una voz apagada, y se arrodilló junto a él. El ermitaño gesticuló su cara como si supiera lo que había dicho y volvió a mirar las miles de anotaciones que tenía, mientras que en voz baja decía – debemos estar por esta zona, ya que aquí estaba el campamento de los seres verdes… - centrado en sus escritos no vio como la elemental se levantaba para acercase a una zona donde había un árbol de inmenso tamaño caído en el suelo, dejando como único recuerdo una gran zanja donde estaba clavado y un tocón aún sano amarrado con las raíces.

Ella comenzó a dibujar con sus dedos líneas que no parecían tener sentido, mientras que el ermitaño subió la cabeza al oler a madera quemada.
- ¿Qué haces? – se levantó del suelo para ver que tramaba. Al ponerse a su lado, vio que en la parte cortada del tocón se había dibujado el mismo mapa mucho más ampliado.
Unë i kam parë këto toka për dyqind vjetët e fundit (he visto estas tierras durante los últimos doscientos años) – dijo ella sin apartar la mirada de su dibujo - Unë do t'ju tregoj njohuritë e mia, pasi do të jeni ju që më ndihmoni të ruaj motrat e mia (te mostraré mis conocimientos, ya que serás tú quien me ayude a salvar a mis hermanas) – y tras decir estas últimas palabras volvió la mirada a los ojos del ermitaño, quien levantaba sus pesadas cejas para sentir la vida dentro de sus pupilas agotadas - Mbreti që do të sundojë vetëm (el rey que gobernará en solitario) – y una sonrisa cubrió los labios de la joven.
- Hombre, visto así la verdad es que ayuda bastante más – dijo él mientras miraba con impotencia su papiro adornado con sus conocimientos recogidos con esfuerzo y cansancio de su propia mano.

Pese a que era fuego lo que grabó la madera, los detalles eran tan claros que pudo saber con facilidad donde se encontraban. Acarició con los dedos el relieve y le indicó a la elemental donde se encontraban mediante gestos. Ella observaba como aquel humano se defendía con claridad ante las montañas y los lagos que le rodeaban, pues en su mente pensaba que aquellos seres tan efímeros no acumulaban suficientes conocimientos para vivir en el mundo y por ello perecían tan temprano.
- No tardaremos mucho en llegar a Kaleth, me consuela que aún me queda algún amigo en aquella ciudad – decía él mientras con el dedo surcaba la ruta que deberían comenzar – seguramente tengamos que dormir esta noche en la intemperie, pero si tu mapa está bien dibujado encontraremos un lugar entre estas montañas – decía mientras que daba golpecitos en el mapa con su dedo.
Ella dejó de estudiar el movimiento de sus labios para saber dónde estaba señalando, y al observar que su destino era una ciudad insignificante dejó mostrar mirada de furia que desvió al ermitaño de nuevo - Ne kemi për të shpëtuar motrat e mia, ne nuk mund të humbim kohë me fshatra të vogla njerëzore (tenemos que salvar a mis hermanas, no podemos perder el tiempo con pequeñas aldeas de humanos) – le dijo en un tono más alto de lo normal, pero él se quedó quieto y en silencio, intentando estructurar cada palabra que de su boca emanaba, pero no encontraban un lugar donde ubicarlas en su lenguaje.
Al ver que su insistencia caía en vacío, se puso delante de su mirada y él avergonzado la miró fijamente – Motrat (hermanas) – le dijo ella, y él abrió los ojos como si una fuerza le ayudara a entender el significado de las palabras, pero no fue el caso – Motrat – repitió él sin más sentido.
La elemental suspiró con fuerza y se dio la vuelta, cruzó los brazos sofocada por la constante frustración de la imposibilidad al comunicarse. Tras unos segundos, se giró para mirarle y dijo - Unë jam zjarri (yo, soy el fuego) – y encendió entre sus dedos una llama. Él entendió aquellas palabras y repitió lentamente – Zjarr… -
Al ver que su mortal compañero iba comprendiendo el lenguaje, no pudo dejar escapar una sonrisa – Zjarr – dijo de nuevo, mientras se señalaba. Él la miraba con las cejas centradas en cada sonido que lanzaba y finalmente dijo – Tú, eres Zjarr y Zjarr significa fuego – dijo mientras señalaba. Ella asintió y repitió las últimas palabras – Fue…go –
Así empezaron a intercambiar multitud de palabras para conocer los idiomas que evitaban entenderse entre sus futuras hazañas. Él cogía palos, piedras y demás elementos que se iba encontrando por el camino, ella los nombraba - Kjo është një shkop, është një gur... (eso es un palo, eso es una piedra…) – le guiaba y él ensanchaba su corazón de alegría al tener alguien que le enseñara de nuevo el mundo que ya conocía.
Tras varias horas caminando, finalmente subieron una pequeña colina donde había una abertura entre las rocas, suficiente para poder pasar y resguardarse de la ligera ventisca que se avecinaba por la ladera de la inmensa montaña que les hacía sombra.
- Podemos pasar la noche aquí - decía mientras entraba de forma forzada por la cavidad que dejaban las rocas. Sus palabras finales inundaron la cueva con el eco. Dejó la mochila en el suelo y vio como la joven entraba con mayor facilidad por la grieta
- Ya, bueno, tú no tienes tres capas que te protejan de la nieve - refunfuño él mientras saca a algunas ramas secas de sus bolsillos que había recogido.
Ella, que ya había puesto los dos pies dentro de la cueva le miró extrañada, mientras que observaba incómoda cada zona lúgubre de aquel lugar. El ermitaño colocó las ramas secas en un montón apilado, cogió su piedra de sílex del bolsillo e intentó hacer una llama sin éxito - las ramas están húmedas – decía con la cabeza agachada.
Më lër të të ndihmoj, shok (Permíteme ayudarte, amigo) - dijo ella al chasquear los dedos y dejar caer una ligera chispa que posteriormente se convertiría en una llama que daba luz a toda la estancia reducida. Él se asombró de eso como siempre desde que la conoció, pues en su mundo no había cavidad para magia, solo el frío y en mayor medida muerte.
La pequeña hoguera iluminó una cueva de gran tamaño, más de lo que la oscuridad permitía dejar ver, ocultando entre los huecos de las rocas un constante goteo de agua fría y el silencio se hizo presencia otra vez con el frío de una ventisca que no cesaba fuera, dando un ambiente digno para la aventura que iban a emprender.


A lo lejos, múltiples cabañas maltrechas se extendían en un pequeño campamento rodeando una hoguera de gran tamaño. Los seres verdes comían y bebían al resguardo del aire entre los grandes troncos de los árboles en comparación con su tamaño.

Med denne snestorm vil vi miste sporene, der har forladt (Con esta ventisca perderemos las huellas que hayan ido dejando) – dijo uno de ellos que siseaba en cada palabra un silbido que pronuncia con su boca deformada por algún golpe contundente. Otro de aquellos seres se postraba con una fuerza espiritual y mirada para infundir miedo, frío y distante en las llamas que se movían con la poca brisa que alcanzaba a llegar dentro del refugio provisional.
Vi bliver nødt til at informere vores herre om, hvad der skete (Tendremos que informar a nuestro amo de lo ocurrido) – hablaba nuevamente el ser tras algunos segundos de silencio.
Han vil dræbe os, slagte og lemlæse, og jeg er ikke sikker på, om det vil være i den rækkefølge (Nos matará, degollará y mutilará, y no tengo muy claro si será en ese orden) - le respondió a modo de réplica otro.
El líder se levantó despacio poniendo ambos brazos sobre sus rodillas huesudas para coger impulso, echó mano a la hoja de metal con un mango de cuero y rebanó de un corte media cara del ser que estaba hablando. El resto del campamento, que hasta entonces estaba en un alboroto constante cesó el ruido y miró con miedo a su líder.
-Vi har begået to fejl! (¡Hemos cometido dos fallos!) - dijo gritando al grupo del cual tenía toda su atención - Den første har ikke været at dræbe mennesker (El primero ha sido no matar a los humanos) - cogió la cabeza seccionada del suelo y la levantó por encima de la suya - Og den anden er ikke at have taget det, der tilhører os! (¡Y el segundo es no haber tomado lo que nos pertenece!) - el bullicio alzaba levemente las voces agudas mientras que algunos de ellos se ponían en pie - Derfor siger jeg jer at tage det elementære, lad os tage hans magt og erobre menneskene! (Por ello, yo os digo que cojamos a ese elemental, tomemos su poder ¡Y conquistemos a los humanos!) - los gritos se avivaban como el fuego aquella noche, mientras que los golpes de chapa y madera retumbaban entre los copos de nieve que caían.
A lo lejos, donde el sonido ya se perdía, el ermitaño entraba en la grieta con varias ramas de tronco cubiertas de nieve.
- Tiene pinta que no podremos salir de aquí hasta mañana – dijo mientras se sentaba a quitar las partes más húmedas de la leña.
Anydo vend është më i mirë se ajo qelizë (Cualquier lugar es mejor que aquella celda) - le respondió ella con la voz caída en tristeza. Él, que la miró comprendiendo solamente su expresión, dejó la madera en el suelo y se sentó a su lado
- Todo saldrá bien, encontraremos la forma de ayudarnos mutuamente - le miró a los ojos al decir aquellas palabras.
- Mis... Hermanas - le dijo ella.
Él la miró extrañado - ¿Hermanas? -subiendo una ceja por encima de la otra, y ella asintió con la cabeza, mientras levantaba la mano y mostraba cuatro dedos - ¿Tienes cuatro hermanas? - ella volvía asentir.
La elemental comenzó a dibujar en el suelo con un palo varias figuras, un total de cinco. Cada figura hacia representación a cinco elementos, siendo el primero el agua, seguido de la tierra, el rayo, el aire y finalmente el suyo, el fuego. Todo ello se representó en una estructura a modo de edificio.
Secili prej nesh përfaqëson një gjendje të natyrës, ne udhëtojmë botën pa qeniet e gjalla këtu duke parë ne, sepse fuqia jonë paraqet një shtyllë që jeta të vazhdojë normalisht (Cada una representamos a un estado de la naturaleza, viajamos por el mundo sin que los seres vivos de aquí nos vean, pues nuestro poder representa un pilar para que la vida continúe con normalidad) - ella continuaba repasando cada dibujo marcado en la tierra, mientras que las sombras dejaban pequeñas figuras que se tambalean.
El ermitaño, que observaba los dibujos para entender la historia, saca de su imaginación cada palabra que ella le decía. No sabía ni como, ni porqué se encontraba en aquel lugar alejado de todo hablando con una fantasía de su infancia. Mientras que ambos miraban las figuras con detenimiento, un ruido casi imperceptible se escuchó al fondo de las sombras en aquella cueva. Ambos dirigieron su mirada hacia la oscuridad, donde lentamente las sombras cobraban fuerza, se movían y poco a poco chillaban. Se levantaron de donde se encontraban, y el ermitaño tomó en sus manos una rama gruesa de las que había traído, mientras que la elemental encendía sus puños con fuego y las manos se volvían corteza.
Un hilo de oscuridad bailaba hacia ellos por el suelo, reptando por el aire hasta que tocó la zona donde la luz de la hoguera de difuminaba, chilló con fuerza y dolor hasta que volvía a las mismas sombras de las que emergió. Ella, al ver aquello, lanzó una bola de fuego hacia las sombras la cual se abrió paso dejando ver como cientos de ojos huecos, bocas abiertas y dientes sin aliento se apartaban del proyectil de luz rodeado por un aro de oscuridad.
Errësira po na cungonte (La oscuridad nos estaba acechando) - dijo mientras apretaba con más fuerza los puños. El ermitaño paralizado no tenía palabras, pues la magia se había adueñado de su vida en estos últimos días.

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