21 Leyendas: la caída de la montaña

 Las fuerzas de los enanos se replegaron al paso ligero que les guiaba Token de nuevo entre los túneles. En el otro extremo de la ciudad, sus hermanos se iban retirando de la inminente invasión de aquellos seres que desbordaban en número las defensas que les tapaban el paso.

Los seres deformes se introducían a duras penas por las puertas de la ciudad, pero su enorme tamaño les impedía el paso por lo que abrían mediante puños huecos en las paredes sin mucho éxito.

Roin corría junto a Ere y Linfa, seguían los ligeros pasos de carrera de los enanos que iban formando una fila perfectamente coordinada donde la cabeza la presidía el rey, quien con un hacha dorada iba asestando golpes a los goblins que se encontraba. Finalmente, tras abrir unas puertas dobles de madera con adornos de cobre, la cual daba paso a un puente de piedra rodeado de un abismo oscuro que absorbía toda la luz que llegaba. Al final del puente una fortaleza se alzaba hacia lo alto de la montaña, protegida por unas puertas de metal oscuro que se abrían dejando sonar tras de sí un enrevesado conjunto de piezas metálicas. El rey alzó su hacha por encima de la cabeza y todos los enanos gritaron al unísono, el rugir de sus gargantas se mezcló con la oscuridad del vacío.

Dadas las condiciones, los aventureros no podían apreciar con profundidad la belleza donde se encontraban, pues los muros estaban perfectamente tallados con runas, las columnas habían sido esculpidas con esmero y todas las defensas de aquel lugar se convertían hermosas herramientas adornadas con el fin de sesgar vidas.

La tropa hacía acopio de las fuerzas para ir caminando por el puente que separaba la ciudadela principal con aquella última barricada de defensa. Los enanos habían preparado un sin fin de herramientas, haciéndose notar cuando el traqueteo de la maquinaria golpeaba contra los marcos de piedra para comenzar a disparar.

Tras de si, unos gritos de horror y la marea verde que se iba asomando como garras que siembran la muerte por donde tocan, los primeros goblins habían empezado a empujar a las tropas de los enanos quienes cedían en terreno.

Ere, se detuvo un momento para ver el horror, pero solo veía como los enanos cubrían sus barbas con sangre de enemigos antes de ser acribillados a cuchilladas.

- ¿De dónde han salido tantos?- dijo en un suspiro agónico

- La oscuridad habrá cogido fuerza durante todo este tiempo - Roin tomó del brazo de Ere para empujarla mientras decía esas palabras - solo espero que Hela esté bien - y siguieron corriendo entre el pasillo pulido que iba en sus pies.

De repente, un golpe seco se escuchaba detrás de otro y un grito de furia aparecía como la luz del día por la entrada del túnel. Tolkën consiguió dar un respiro a los enanos haciendo una entrada en forma de embestida con la lanza de obsidiana a modo de ariete. Fueron unos segundos, pero suficientes para que todos los que habían quedado detrás pudieran retomar la marcha y huir hasta la fortaleza.

Las puertas se cerraron con el estruendo que provocó el golpe seco de las dos grandes planchas de metal chocando entre sí.

- No me gusta lo que está pasando - dijo el rey ya habiendo subido a la parte superior de la puerta, donde su mirada solo veía a cientos de goblins trepar por las paredes y no pasar de la entrada de la cueva.

-¿Por qué no vienen hasta aquí?¿Tendrán miedo?- dijo Linfa desconcertada.

-Esos seres no saben lo que es el miedo, pero no entiendo que están esperando - el rey preparó su arma metiendo munición en una recámara -¡Preparaos para lo peor hermanos!- gritó finalmente.

-Mirad- dijo un enano señalando la entrada del túnel.

Esta comenzó a iluminarse y las sombras de los goblins se proyectaron por la estancia, muchos de ellos se tiraban por el puente al vacío dejando un grito agudo el cual se perdía en la caida. En la entrada del túnel, la luz cada vez era más intensa y el tono anaranjado se iba propagando por las zonas oscuras de aquella montaña.

-¿Pero que narices es eso?- rey golpeó en seco el cargador de su arma y esta soltó un chasquido a modo de preparación.

Los ojos de todos los presente se abrieron en temor y desconcierto, mientras que los corazones se ennegrecían con el sudor de las lágrimas a ver a la propia Hela envuelta en llamas levitando a escasos centímetros del suelo. El líder de los goblins, quien aún portaba en sus manos la esfera con el ojo, caminaba delante de ella con una sonrisa que infundía temor nada más verla.

Cuando llegaron al puente, Hela se adelantó y levantó el brazo con suavidad, dejando caer la mano por encima de su cabeza. 

- Hazlo - le dijo el líder de los goblins.

Y ella alzó el vuelo llevando su luz hasta hacer brillar las piedras que estaban incrustadas en las paredes más elevadas. Tras ello, tomo aire abriendo los brazos de par en par y juntándolos con violencia una bola de fuego se escapó de entre ellos, chocando directamente contra la puerta de la fortaleza.

El golpe hizo templar los cimientos de la montaña, pero la puerta era lo suficientemente dura como para aguantar eso y mucho más.

-¡Si piensas que eso será suficiente, aún no conoces el poder de los enanos!- El rey gritó las palabras -¡Hermanos, enseñadle lo que podemos hacer!- y las distintas máquinas que había repartidas por la parte principal escupieron miles de balas que llenaron el cielo en un segundo dirección hacia Hela.

-¡Esperad!- gritó Linfa, pero sus palabras llegaron tarde, pues las balas viajaban hacia ella más rápido que sus palabras.

Hela volvió abrir sus brazos a la par y una bola de fuego la envolvió completamente. Los disparos cesaron y ninguna llegó a su objetivo, quien de nuevo volvió a chocar las manos lanzando otra bola de fuego contra la puerta, la cual comenzó a ceder levemente con el segundo impacto.

-¡Señor!¿Qué hacemos?- dijo uno de los enanos al rey, del cual se podía sentir la impotencia. No estaban preparados para enfrentarse a un elemental consumido por la ira.

De nuevo, Hela separó los brazos para lanzar otra bola de fuego y al chocar las palmas la bola salió escupida con fuerza directamente hacia la puerta.

-¡Hela!- gritó Ere mientras que invocó una ráfaga de viento que desvió la bola hacia una de las paredes de la montaña. Esta, comenzó a temblar y pequeños pedazos de piedra caían desde el cielo oscuro.

Hela se quedó levitando sin moverse, sin entender lo que estaba pasando, su mirada le hacía navegar en un viaje de inconsciencia y su pasividad ante la situación les infundía miedo a los que la miraban. Sus brazos comenzaron a encenderse y el fuego empezó a recorrer su cuerpo. Extendió sus manos hacia la fortaleza y con ella una llamarada que cegó a todos los que la miraban.

Ere imitó sus movimientos y de sus manos un impulso de viento golpeó en seco que hizo llevar cascos y barbas de los enanos por el aire. Ambos elementos golpearon chocando en una explosión que hizo vibrar aún más los cimientos de la montaña. Los gritos de ambas hermanas se escuchaban por encima de la violencia que se mezclaba entre el fuego y el viento.

-¡Hela!¡Para por favor!- gritó finalmente Linfa, y su cuerpo se volvió azul al brillar con la luz del fuego que se esparcía por la enorme estancia. Acompañó a su hermana compartiendo sus fuerzas y recogiendo toda la humedad que fue capaz.

Un chorro de agua salió directamente contra la bola de fuego y viento que se suspendía encima de todos, al tocarla el fuego la evaporó debido a su gran temperatura. Aquella bola de fuego que se avivaba en cada segundo que estaba en contacto con el aire se expandió en una enorme bola de vapor de agua.

-¡No podremos aguantar esto mucho más tiempo!-gritó el rey desesperado, dirigió su mirada a sus hermanos y les dio indicaciones que escaparan. Aquellas fortalezas habían sido excavadas en tiempos mucho anteriores que los hombres formaran su primeros poblados.

La muralla comenzó a presentar grietas en algunos puntos, el puente temblaba suspendido mientras que las sombras de los elementos emprendían una lucha por posicionarse entre ellos. El calor empezó a ser insoportable y los goblins emprendían la huida de aquel lugar que empezaba a tener forma de agujero en el infierno.

-Señor, debemos marcharnos o acabaremos sepultados en esta sucia montaña- le dijo un goblina al líder. Este miró a la esfera quien permanecía interesada en la bola de fuego y vapor que cada vez era más grande.

-Esto se ha terminado ya...- dijo la esfera, y se esfumó como había hecho anteriormente. El líder se dio la vuelta y comenzó su escapada por los pasillos de la ciudadela.


-¡Hermana!¡No puedes hacer esto!- intentó hacer alcanzar sus palabras Token, pero no consiguió si quiera hacerse sonar por encima del crujir de la montaña que poco a poco iba cediendo a la fuerza que había en sus interior - ya no aguanto más - dijo finalmente.

Con las fuerzas que aún tenía hizo levantar piedras de la muralla y las lanzó directamente contra Hela. De nuevo, Hela explosionó en si misma en una gran bola de fuego que puso final a la encarnizada batalla de los elementos. Aquel golpe terminó con la tensión de la montaña que finalmente comenzó a desprenderse desde el interior haciendo caer enormes rocas del cielo cubiertas de hermosas piedras.

Hela no paró en su empeño de destruir la fortaleza he hizo llover cientos de bolas de fuego más pequeñas por encima de todos, que caían con fuerza contra las estructuras y enanos por igual. La mayoría de ellos habían conseguido empezar la evacuación pero algunos aún permanecían esperando a que todos se marcharan. Roin no dudó un momento y tomó en brazos tanto a Ere como a Linfa quien permanecían de rodillas en el suelo por el agotamiento. Todos huyeron del lugar por uno de los caminos que el rey les indicaba, poco a poco la montaña quedaba vacía mientras la lluvia de fuego se cernía contra la última fortaleza de los enanos.

Finalmente, tras una gran carrera, consiguieron escapar a la parte trasera de la montaña donde se encontraban, de momento, a salvo.

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